Semblanza
Jehiel Mizraim Téllez Velázquez estudió Sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM; es colaborador habitual de la revista Líber de Guadalajara; ha participado en los Encuentros Intergalácticos de Poesía Independiente, en los estados de Chiapas y Guadalajara; además colabora en la revista Tlillan Tlapallan de la UACM; ha publicado con la editorial independiente Sophia de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas: Antología desde ningún lugar.
Testimonio:
La convocatoria llegó a mí mediante una publicación de Facebook y no pudo haber sido en un momento más oportuno. De hecho, era algo en lo que llevaba pensando desde hace tiempo; había estado trabajando varios textos que quedaron arrumbados en la computadora; podría decir que se convirtieron en un trabajo arqueológico, y como todo trabajo que tiene que ver con la arqueología fue mediante el proceso de restauración que redescubrí mi raíz literaria; el releer los propios escritos siempre ayuda a volver a la raíz, es un buen hábito, sobre todo cuando se enfrentan bloqueos creativos.
Fue una labor difícil ya que tuve que pasar bastante tiempo meditando cuál sería el texto ideal, aunque debo de decir que la disputa recaía únicamente entre dos cuentos; los cuales, guiado por una especie de intuición, sabía que eran buenos, que había algo de genial en ellos, que merecían ser publicados ̶ una especie de éxtasis vertido en las palabras que bien podía compartirse con el lector ̶ el problema era decidirse cuál de los dos sería el indicado. Con lo anterior no quiero decir que no haya éxtasis en el resto de mis cuentos, sólo es que era el momento de esos dos, porque la buena narrativa surge con inspiración.
Finalmente, el texto por el que originalmente me decidí, no pude enviarlo debido a un tecnicismo, ya que rebasaba el número permitido de cuartillas de la convocatoria y a pesar de mis esfuerzos por reducirlo en páginas, no pude lograr gran cosa, era como tratar de amputar a un ser vivo, con todas y cada una de sus partes necesarias e indispensables para sobrevivir, un organismo que no sobreviviría a una amputación y que quizá con el tiempo moriría. Para seguir siendo el mismo tenía que dejarlo intacto.
Se podría decir que quedó resuelto el dilema, aunque tal vez puede que nunca hubiera existido tal dilema. Dicho sea de paso, un texto debe conservar su propia esencia, cada palabra es parte del ritmo de la historia, se podría decir que es como una pieza musical, la cual necesita de todas y cada una de sus notas para ser.
Así el texto que en ese momento pasó a ser la primera opción cumplía con las bases de la convocatoria, sin necesidad de ser amputado en su esencia.
Ahora que gané el primer lugar del Premio Ariadna de Cuento me siento bastante motivado como para empezar a enviar más historias a su suerte, aun si éstas tienen que atravesar el océano, y por supuesto también para continuar escribiendo. A bien me permito recordar las palabras de Bolaño cuando afirma que “todo llega”.
Siempre he confiado en mi capacidad creativa sólo que por las condiciones socio-históricas es difícil que te empiecen a tomar en serio, sobre todo en este oficio, la capacidad de narrar historias que comenzó en los pueblos más antiguos, tal vez como entretenimiento o bien como una cuestión religiosa o ceremonial (una tarea que les dejó dilucidar a los antropólogos), es el mismo oficio sólo que ha cambiado un poco.
Estoy seguro que nací para escribir, probablemente es lo que hago mejor, aunque claro mi relación con la literatura, como toda relación lleva sus altibajos, pero como lo mencioné anteriormente “todo llega” y mientras pueda seguir escribiendo lo voy a hacer.
Gracias a la Editorial Ariadna por devolverme la fe en esta clase de premios, los cuales constantemente se encuentran viciados, con ganadores de antemano, donde todo se vuelve una mímica absurda.