PRÓLOGO
¿POR QUÉ Y PARA QUÉ UN LIBRO
SOBRE EL SUICIDIO?
Catalina Miranda
Es triste y preocupante saber que en la actualidad, segunda década del siglo veintiuno, el suicidio en adolescentes ha ido en aumento, tanto en México como en el mundo. Es un acto del que desde la Antigüedad se tiene noticia. Pero no por ello deja de perturbar, sobre todo al tomar conciencia del nivel de sufrimiento que padece quien decide realizarlo y quienes quedan en el mundo lamentando amargamente la partida.
Es una lástima enterarse de que los jóvenes, dueños de un invaluable potencial, de infinitas posibilidades por desarrollar, se sientan tentados a realizarlo, vivan atormentados y oscilen entre la decisión de vivir o morir.
¡Que nadie siga el ejemplo! El suicidio de Teresa Hacha fue planeado como una herramienta principalmente para adolescentes que tienen la idea de quitarse la vida, y también para aquellos que, en el futuro, pudieran llegar a sentir ese deseo; es decir, surgió como elemento de apoyo para evitar y prevenir el suicidio de adolescentes.
Es importante mencionar que yo soy escritora, editora y periodista. No tengo estudios de Psicología. Actualmente soy maestrante en Estudios del Suicidio. Mi labor ha consistido en reunir una serie de textos alusivos al tema: un cuento de mi autoría y dos entrevistas que realicé a una abogada y a una psicoterapeuta, especialistas ambas, y la colaboración de un investigador sobre los derechos de la niñez y la adolescencia en México.
Desde hace unos años me di a la tarea de escribir un libro de cuentos con el tema del suicidio, al que titulé Arrebatos suicidas, que aún no he publicado. Son diez historias en las que los protagonistas se ven envueltos en la tentación de suicidarse. Los relatos están basados, no en su totalidad, en información real encontrada en periódicos, noticieros y páginas de internet.
No he querido dar a conocer ese libro porque no deseo que la intención de la escritura y de la publicación se distorsione y sea tomada como una apología al suicidio o un modo de promoverlo. Tampoco quisiera que alguien, luego de leer las historias ahí narradas, se sintiera identificado y motivado a realizar uno de los actos más terribles que un ser humano pueda elegir: quitarse la vida, como sí sucedió en Alemania, en 1774, cuando Wolfgang von Goethe publicó Las tribulaciones del joven Werther.
A ese fenómeno, de seguir el ejemplo del personaje del libro, vestirse como él y suicidarse, se le conoce como Efecto Werther. Al decir esto no comparo la calidad estética lograda por ese escritor alemán con la de mi libro, surgido además en época y en circunstancias sociales muy distintas. Mi temor radica en que, en la actualidad, en México y en el mundo, se vive una fuerte crisis existencial, como resultado de la pandemia por Covid-19. En ese periodo (2020-2022) muchos niños y jóvenes quedaron huérfanos; infinidad de adultos vieron morir a sus padres, hermanos, abuelos y amigos. La sensibilidad de todos quedó exaltada, vulnerable y resentida.
De acuerdo con información dada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) las personas que se quitaron la vida en 2020 fueron 7 896. De éstas, 2 293 tenían entre 20 y 29 años, y 1 260, entre 10 y 19 años, prácticamente la mitad; es decir, 3 553 niños, adolescentes y jóvenes mexicanos. (Datos investigados por el economista Carlos González Miranda).
Por ello, decidí dejar para después Arrebatos suicidas y dar a conocer primero el libro que tienes en las manos. Por varios meses estuve pensando cómo conformarlo para que diera luz y orientación a quienes hoy en día viven con el tormento de las ideas suicidas.
En 2022, conocí a la abogada Mónica Maydez cuando en Editorial Ariadna publicamos su libro Feminicidio. Reconociendo las violencias que lo conforman. En ella vi a la persona indicada para que a través de una entrevista diera orientación a adolescentes, papás y mamás sobre el significado del suicidio y cómo prevenirlo y abordarlo, ya consumado, desde la perspectiva del Derecho en México. Pero hacía falta contactar a un profesional de la salud mental que desde su trinchera diera información, que ayudara a quienes están padeciendo algún trastorno psicológico, a quienes están sufriendo bullying, depresión, ansiedad, miedo, o desesperanza por otras circunstancias. De manera casi inmediata, Mónica Maydez me presentó de la doctora Gabriela Velázquez Soriano, quien, comprometida con su misión de dar apoyo psicológico a quien lo necesite, accedió a participar en esta obra también a través de una entrevista.
En la primera parte de Que nadie siga el ejemplo incluí el primer cuento de Arrebatos suicidas: “Teresa Hacha”. El título fue creado a partir de una experiencia mía, en la secundaria. Tuve una guapa compañera que tenía nariz aguileña. En un momento dado todo el grupo la apodamos “Hacha”. Con el paso de los años recordé a esa adolescente y me pregunté qué habría sido de ella y cómo le afectaría el que la apodáramos así, de una manera tan insensible. No lo sé. Cuando salimos de la secundaria no la volví a ver. Y a ella la recuerdo en el salón de clases siempre alegre, sonriente, hasta relajienta, demasiado sociable. Muy diferente a mí.
Decidí aprehender ese recuerdo, con cierto remordimiento y pena, confieso, y construí la historia de “Teresa Hacha” para dar así ejemplo del modo tan dañino que puede marcar a los adolescentes recibir un apodo tan grotesco u otro aparentemente insignificante.
En entrevistas realizadas a cinco mamás sobrevivientes del suicidio de sus hijos adolescentes, con las que he conformado otro libro sobre este mismo tema, ellas hacen alusión al daño que hacen los apodos que reciben los adolescentes, puestos a veces sin malicia, y en ciertos casos para ser ofendidos y humillados: gordo, cabezón, flaco, chato, trompudo, dientón, chaparro, largucho, prieto, aludiendo a alguna característica de la persona.
Desafortunadamente, los apodos no son sólo puestos por los amigos traviesos, sino también por los miembros de la familia en el hogar, incluso he escuchado que hay profesores que hacen bullying a sus propios alumnos.
En “Teresa Hacha” también se pone en evidencia que la falta de comunicación, los malos tratos en el núcleo familiar, que debiera ser el más amable y armónico, influyen en las emociones, en la salud mental, causando desenlaces en muchos casos fatales, como podrá verse en dicho texto. Tanto la abogada Mónica Maydez como la psicoterapeuta Gabriela Velázquez dan su opinión profesional de lo que pudieron haber hecho los protagonistas de esta historia para evitar el aterrador desenlace, con el fin de que después de la lectura de “Teresa Hacha” los jóvenes asimilen las experiencias narradas y hagan suyos los consejos y recomendaciones para que —en caso de estar en situaciones semejantes en la escuela, en la casa, en la calle— tengan una luz en el camino (la información), que los guíe y haga tomar decisiones que lleven su vida por mejores senderos y no se adentren en los que Teresa y Enrique eligieron perecer.
Marzo del 2023
Cuernavaca, Morelos,
Ciudad de la Eterna Primavera